Evangelios apócrifos
Evangelios
apócrifos o extracanónicos es el
nombre dado a escritos surgidos en los primeros siglos del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos posteriormente
en el canon de la Iglesia
católica, ni fueron aceptados tampoco por otras Iglesias cristianas históricas
(Iglesia ortodoxa, Comunión
anglicana e Iglesias protestantes). Entre esos
escritos se encuentran los Manuscritos
de Nag Hammadi.
En general, el término «apócrifo» deriva del
verbo griego «apokrypto» (= esconder, poner aparte). Con él se
califican una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros
siglos no reconocieron como parte de la Sagrada Escritura, pero que se
presentan con nombres o características que los hacen aparecer como si fueran
libros canónicos.
RESEÑA-DIFERENCIA CON LOS EVANGELIOS CANÓNICOS
La Biblia Católica se divide en Nuevo y Antiguo Testamento, el cual a su
vez se divide en Libros Protocanónicos (39 libros en lengua hebrea, canonizados
primero) y Libros Deuterocanónicos (siete libros en lengua griega, literalmente
significa "segundo canon"). El Antiguo Testamento tiene como base el
texto masorético, autorizado por eruditos judíos.
Podría decirse que el principal criterio para calificar a un libro de
apócrifo es considerar que carece de inspiración divina. El primero en usar ese
término fue San Jerónimo, para referirse a los libros que llegaron a ser los
deuterocanónicos, cuando tradujo la Vulgata latina. Su origen es griego,
generalmente traducido por "escondido" o "secreto".
Cuando algunos apócrifos se incorporaron a la Septuaginta, los
israelitas convocaron a un Concilio en Jamnia para analizarlos. Acordaron
aceptar los que reunieran ciertas condiciones: concordancia con la ley mosaica,
haberse escrito en Palestina y en hebreo, y antes de la muerte de Esdras, quien
según los hebreos fijó bajo mandato divino la lista de libros canónicos del
Antiguo Testamento. Debido a que esos libros, probablemente escritos entre 150
a.C. y 100 d.C. (por lo menos dos siglos después de que murió Esdras), no
reunían las condiciones establecidas, fueron separados de los otros.
Del Nuevo Testamento, el primer intento de agrupar los libros dignos de
ser integrados se da a finales del s. II y se conoce como fragmento de
Muratori. Data aproximadamente de 170 - 180 d. C. y contenía los cuatro
Evangelios, el Apocalipsis de Juan, trece cartas de Pablo y Sabiduría. Faltaba
la Epístola a los Hebreos y las Epístolas de Pedro.
Son numerosas las listas de libros considerados como revelados: de
Melitón de Sardis (177 d.C.), Orígenes (230 d.C.), Atanasio (326 d.C.), Cirilo
(348 d.C.), Hilario de Pointiers (358 d.C.), Concilio de Laodicea (363 d.C.,
que prohibió leer los libros apócrifos en las iglesias), Epifanio (368 d.C.),
Gregorio Nacianceno (370 d.C.), Anfiloquio (380 d.C.), Rufino (395 d.C.) y
Jerónimo (395 d.C.). hay quienes dicen que en el Concilio de Hipona, en 393
d.C., convocado por el Papa Dámaso, es la primera afirmación de la lista
canónica.
Pero es hasta el año 1546, cuando tuvo lugar
el Concilio de Trento, que en su cuarta sesión del 8 de abril de ese año se
fijaron definitivamente los libros canónicos y los apócrifos. Se excluyeron de
la Vulgata tres de los 4 diez que había agregado: el tercero y el
cuarto de Esdras y la Oración de Manasés.
Los llamados Libros Canónicos son,
por lo tanto, los que la Iglesia acepta como revelados por Dios. Benedicto P.
XV, en su encíclica Spiritus Paraclitus, dice: "Los Libros de la Sagrada
Escritura (...) fueron compuestos bajo la inspiración, o la sugestión, o la
insinuación, y aún el dictado del Espíritu Santo, más todavía, el mismo
Espíritu fue quien los redactó y publicó." Esta misma encíclica, se dice
que Jesús afirma la iluminación divina en el escritor, donde Dios mueve su
voluntad a escribir lo que ha de transmitirse a la humanidad.
En el Segundo Concilio del Vaticano, en la Constitución Dogmática
"Dei Verbum" sobre la Divina Revelación, la Iglesia dice que por un
acto de bondad y amor a la humanidad Dios ha decidido revelarse a sí mismo y a
su voluntad. Dios se ha manifestado a los Padres de la Iglesia para prometer la
salvación. Refiriéndose explícitamente al Nuevo testamento, la Constitución
sostiene que sus libros principales son los Cuatro Evangelios y que si origen
es indudablemente apostólico, predicado por mandato de Cristo, inspirado por el
Espíritu Santo y trasmitido por escrito por los cuatro apóstoles. Acepta la
historicidad de los evangelios, pero afirma que son fieles a la vida de Cristo
y que obedecen a una tradición oral. Lo reitera la encíclica Divino Afflante
Spiritu, de Pío P. XII en 1943.
La Iglesia Católica reitera su condena a los
libros apócrifos. Pío P. IX, en la Encíclica Noscitis et nobiscum de 1849 ataca
lo que denomina "lecturas emponzoñadas" y privilegia la difusión de
libros escritos por "hombres de sana y reconocida doctrina".
CLASIFICACIÓN
Evangelios gnósticos
·
Evangelio de Felipe
·
Evangelio de Tomás
·
Evangelio de Marción
·
Evangelio de María Magdalena
·
Evangelio de Judas
·
Evangelio apócrifo de Juan
·
Evangelio de Valentín o Evangelio
de la Verdad
·
Evangelio griego de los egipcios
Evangelios de natividad e
infancia
·
Evangelios de la infancia de Tomás
·
Evangelio árabe de la infancia
·
Evangelio armenio de la infancia
·
Evangelio de la natividad de María
·
Protoevangelio de Santiago
·
Evangelio del pseudo-Mateo
Evangelios de Pasión y
Resurrección
·
Evangelio de Bartolomé
·
Evangelio de Nicodemo, también llamado "Hechos
de Pilatos" (Acta Pilati)
Otros
·
Evangelio secreto de Marcos
·
Evangelio de Pedro
·
Evangelio del Pseudo-Santiago
·
Evangelio cátaro del pseudo-Juan
·
Evangelio de los hebreos
·
Evangelio de los ebionitas
·
Evangelio de Bernabé
·
Evangelio de Taciano
·
Evangelio de los nazarenos
·
Evangelio de Ammonio
·
Evangelio de la Venganza del Salvador
·
Evangelio de la muerte de Pilato
·
Evangelio apócrifo de Galilea